II Congreso CuentoPalabra - Ponencias

Lo comunitario en la jaula mundial
O de cómo al contar cuentos hacemos comunidad

Ponencia de Martín Céspedes – Bolivia
En el 2º Congreso Internacional de Oralidad, Lectura y Literatura
Córdoba, Argentina - Agosto de 2011


Hace algunos años, durante una visita y función del Apthapi Internacional de Cuentacuentos en una comunidad campesina cercana a La Paz, una muchacha aymara dio muestra de una sabiduría conmovedora, ella dijo “nosotros respetamos la naturaleza porque hasta las papas están vivas, cómo podríamos dañar a una papa o a una piedra si ellas sienten como nosotros”.
Y es así tal cual. Un arbusto, una montaña, un zorro, un niño… sienten, nos escuchan y exigen hablar, contarnos lo que ven y viven, por eso los cuentos están más vivos que nunca en nuestras ciudades y comunidades. La irrupción de la tecnología, el ajetreo de la vida moderna y el modus vivendi de los medios de comunicación basado en el show, lo que hacen es profundizar la necesidad de escucharnos, de convivir en comunidad.
Recuerdo siempre que en Lahuachaca, un pueblito del altiplano paceño, las ong´s habían puesto al día con la tecnología a los comunarios, instalaron centros de computación con internet incluido y los niños aymaras se desenvolvían como peces en el agua. Cuando pensé que ya habíamos “perdido” a estos niños y jóvenes a manos de la tecnología y las historias de televisión, les pedí que me contaran un cuento tradicional de su pueblo, de su región y todos, sin excepción, se conocían alguna historia tradicional, claro también se sabían muy bien la vida del hombre araña y otros bichos. Pero el mundo actual es así, pueden convivir tranquilamente el rock, el reguetón y  la música autóctona, conviven el cuento, el Internet y el e-book. Conviven el hallowen y las fiesta del día de muertos.
Al menos en Bolivia, no se trata de rescatar nada, la tradición oral ancestral y urbana están vigentes. La tarea es fortalecer y promover la apertura y revalorización de la palabra. Hay que perder el miedo a la recreación de la tradición, a la renovación cultural, porque sólo reinventándose una cultura puede permanecer viva y fuerte, la inactividad conlleva la muerte.
Pero para ello es necesario que se abran los espacios y las oportunidades para que la gente cuente y sea escuchada. En el festival de La Paz, tenemos una premisa. Toda función que hagamos con un público alternativo –llamamos público alternativo a aquel que no suele ser tomado en cuenta en espectáculos masivos convencionales, como personas adultas mayores, con discapacidad, privados de libertad, pacientes de hospitales, comunarios campesinos,  etc.- toda función de este tipo debe permitir que personas del público también cuenten junto a los narradores profesionales invitados.
Es el trabajar junto a este tipo de poblaciones donde reside el verdadero y mayor impacto social de un evento. Luego, las funciones abiertas, masivas y publicitadas otorgan sólo el marco mediático. Pero lo que realmente impacta, seduce y queda vivo es el poder contar para y con gente que quizás de otro modo nunca podría tener la menor oportunidad de compartir un espectáculo, un escenario o simplemente que alguien, un otro,  lo escuche.
El sentido de un apthapi es ese: compartir mi aporte, compartir el tuyo. Nuestro festival ha tomado el nombre de apthapi, porque esta palabra refleja lo que buscamos. Apthapi es una palabra aymara que refiere a la comida comunitaria andina. Para una ocasión especial cada asistente a la reunión llega con algo de comida ya cocinada, y coloca sobre unos grandes manteles o aguayos puestos en el piso, esa comida,  termina haciéndose un gran banquete, un buffette, donde todos comparten y comen con la mano lo que se ofrece. Entonces uno puede encontrar varios tipos de papa, de llajua (picante), de pescados, carnes, frutas y otras delicias.
En La Paz, tenemos establecido un acuerdo con la comunidad campesina de Hampaturi, que agrupa a 27 comunidades cercanas a la ciudad. Son las autoridades de estas 27 comunidades las que deciden cada año, dónde se va a recibir al festival. No se repiten las sedes. Y la comunidad anfitriona suele elegir un lugar especial en su territorio. Cada año, ellos nos reciben a los narradores del festival en un verdadero apthapi, con comida, música y por supuesto, cuentos.
Es la actividad más emotiva y fortalecedora del festival.
Pero entiendo que comunidad no solamente se reduce a hablar sobre nuestras comunidades campesinas o indígenas, ni está ligado a una anacrónica nostalgia por lo ancestral. Lo comunitario está o debería estar presente en nuestras ciudades y en nuestro entorno, en nuestro gremio y en nuestra vida diaria.
Permítanme comentarles como trato de coordinar las acciones del Movimiento de Contadores de Historias de La Paz. Pero antes déjenme contarles sobre la estructura de este movimiento paceño, que lo hemos creado como unos 3 ó 4 años, y así como no se ha fijado bien su fecha de nacimiento tampoco ha sido nuestra intención colectiva de establecerle un rango institucional. El Movimiento de Contadores de Historias no es un sindicato, no es un grupo organizado, es digamos un colectivo abierto y libre. Donde no hay una clara estructura jerárquica, si coordinadores que somos los que organizamos el Apthapi pero es algo digamos amorfo que se concretiza en ocasiones que se deben ejecutar acciones concretas, como organizar eventos o concretar trabajos que requieran el concurso de varios narradores y narradoras. No sabemos exactamente cuántos somos aunque si quienes somos. En suma, somos un colectivo de cuenteros y cuenteras individuales pero ante todo autónomos.
Esta forma de organizarnos nos ha sido de gran beneficio. Cada miembro del colectivo se ha sentido libre de realizar sus iniciativas sin pedir permiso a ningún grupo ni gremio ni sindicato. Y hoy la oferta de espectáculos y propuesta no es poca. Incluso nuestra presencia es medios es para casi increíble. Existen dos programas de radio especializados en narración de cuentos y un tercero de reciente estreno que es producido por narradores y con cuentería oral como parte fundamental del contenido.
Es curioso, pero la imagen que los cuentacuentos proyectamos ante el mundo artístico de La Paz es la de estar muy bien organizados, mucho mejor que, por ejemplo el gremio teatral, al que estamos por supuesto asociados.
Por otro lado, el sentido de comunidad se da por la forma de conseguir y distribuir los trabajos. Personalmente,  trato de conseguir trabajos que requieran a más de un cuentero para invitar a narradores a trabajar según su perfil. La idea es que mientras más trabajo los cuenteros sientan que hay, verán que es cada vez más posible acercarse al añorado sueño de vivir de lo que a uno le gusta hacer. La otra razón es el convencimiento de que solamente la práctica es la maestra del perfeccionamiento.
Comunidad. Volvemos al término. La palabra comunidad viene del término común, intereses y objetivos comunes, aún pensemos diferente. Mejor aún que en el colectivo haya divergencia, porque la divergencia es base de la creatividad.
La palabra comunidad no se reduce a lo comunitario campesino ni debiera asumir posturas asistencialistas de trabajo en sector poblacional. Todo lo contrario. La palabra comunidad nos lleva directamente a la horizontalidad. Es como cuando uno habla con un niño, no le puedes conversar al niño mirándolo de arriba hacia abajo, hay que ponerse a su altura física, frente a frente.
Cuando contamos cuentos buscamos crear comunidad al menos crear una atmósfera que nos acerque a este concepto. Crear una burbuja mágica donde estemos todos hechizados por la palabra, no por el cuentero o cuentera, vehículo imprescindible, sino sobre todo por las palabras y la historia que de ellas nace.
Este es el mejor momento para contar, porque la gente desea y necesita escuchar. Cuán importante es escucharnos. Dios mío y que tan difícil había sido. En nuestras superpobladas ciudades contradictoriamente estamos tan solitarios y apurados. Pareciera que la lógica actual de los diseños arquitectónicos citadinos trata de eliminar el punto de encuentro público, se hacen plazas enjauladas o grandes explanadas sin sombra sin refugio sin bancas, como para que solamente transitemos y lo más rápido posible. Una lógica de fast food, coma rápido, pague y váyase.  Nuestras sociedades tienden a convertirse en malls, en centros comerciales donde claro, tienes seguridad con cámaras, donde encuentras todas las diversiones y servicios posibles en un solo edificio, donde no necesitas salir a tomar el sol ni arriesgarte a encuentros infortunados con el hampa que circunda allá afuera. Pero estamos encerrados. Todo el fin de semana lo hemos pasado con nuestros hijos o amigos enjaulados.
Y ese espíritu lo internalizados. Entonces, nos cuesta cada vez más expresarnos con el otro lejano, contarle y confiarle nuestro punto de vista, simplemente le ignoramos.  En nuestro guetto nos sentimos seguros y contamos solamente para los nuestros.
Por eso es necesario salir a contar, irrumpir espacios. Veremos que pronto la gente se animará a salir de su cascarón para “viajar” al barrio del frente porque alguien le habrá contado que ese lugar no había sido como se lo imaginaba. Se animará a comprobar o destruir la imagen que voces enceguedoras  le habían sembrado de pequeño.
Contar cuentos es una de las formas más sencillas, baratas e impactantes, para conocer al otro, cómo piensa, cómo vive, qué come, qué viste, qué dice, qué siente. Los cuentos nos hacen comunidad.


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LA TRADICION ORAL EN EL AULA DE CLASE Y LA VIDA COTIDIANA
Por: Marco Antonio Mosquera T.

A manera de introducción:
El lenguaje articulado, es la manera primigenia y la más efectiva de trasmitir el conocimiento, permitiéndonos pasar de generación en generación, conocimientos y costumbres de los pueblos, lo que permitirá que se puedan replicar.
En el salón de clases, quien está al frente, compartiendo con otros el conocimiento, lo hace con la primera herramienta que tiene a la  mano y eso es la palabra y dependiendo de qué tan claro sea el mensaje y que tan bien sea usada la herramienta, quien recibe la información, no necesitara mayores explicaciones y estará en capacidad de replicar la información.

El lenguaje:
Los diccionarios definen el lenguaje como un conjunto de señales que dan a entender una cosa o una idea
El lenguaje se genera por la necesidad propia del hombre en vincularse con los otros por medio de distintos signos (visuales, auditivos, mímicos, pictóricos, musicales, etc.) y que sirven para codificar ciertos mensajes.
De todas las maneras de lenguaje existentes, la más efectiva es la oral, quizás por eso, de a pocos, lenguaje se transformo en sinónimo de palabra y a través de la palabra el conocer, aprender y conocer el mundo.
Sin embargo, los conocimientos transmitidos de boca a oído, deben contar con la capacidad de cada individuo de retener información en su memoria y de la propia interpretación que le da a su entorno. Es aquí donde las otras maneras del lenguaje cobran importancia.
Santo tomas decía: “la escritura es el apoyo de la memoria”, dejando a la escritura, a las imagines, a lo grafico, la manera de apoyar y de perpetuar el conocimiento. El lenguaje grafico representa pues a la vista, lo que la palabra representa al oído.
En los tiempos acelerados actuales, se ha usado y abusado del lenguaje grafico, inclusive, con fines educativos, lo cual ha traído como consecuencia que se disminuya el valor de la palabra hablada o escrita, como elemento dinamizador del aprendizaje y la cultura.

En las aulas de clases, los estudiantes, en cualquiera de sus niveles, se ven enfrentados al impacto de las imágenes que nos bombardean sobre cualquier tema.
“De tanto mirar y mirar, hemos olvidado de escuchar. En la casa, en las aulas o en el trabajo, poco a poco hemos dejado de hablar y hablamos casi siempre como dice el dicho popular: las palabras se las lleva el viento”
A propósito del lenguaje, el poeta argentino Aldo Pelegrini escribió:
“El fenómeno del lenguaje, es una de las manifestaciones más curiosas creadas por el hombre. Esa emisión de sonidos articulados o inarticulados que establecen el puente levadizo de nuestra comunicabilidad, tiene un poder que escapa a toda vigilancia. Los distintos grupos humanos se entienden mediante un lenguaje particular para cada caso. Así, hay un lenguaje en las reuniones de la alta sociedad, otro para la pequeña burguesía, otro para los ladrones, otro para los jóvenes… los pescadores usan uno absolutamente incomprensible para los matemáticos y viceversa.
Pero en estos lenguajes convencionales, nadie pone absolutamente nada personal: el lenguaje resulta exterior al hombre. Lo realmente vital del lenguaje se encuentra fundamentalmente en tres situaciones: en el lenguaje popular, en el lenguaje del amor y en la poesía…”

Con la aparición de la imprenta, el hombre tiene la posibilidad de producir libros en serie y en serio. Se cambia el panorama del mundo, donde hasta ese momento, la cultura y el conocimiento en general se transmitían básicamente por la tradición oral. Obviamente, en aquella época no se contaba con el cine, y los hombres, mujeres y niños no tenían fácil acceso a un libro hasta ese momento.
Poco después, el libro se masifico y se convirtió en el espacio propicio para la reflexión, la argumentación, el cálculo. Para ser usado como apoyo de la memoria, de la transmisión oral de las palabras al viento. Hasta el momento en el que se convirtió en el principal protagonista de la transmisión del conocimiento, dejando relegado a un segundo plano la labor de la oralidad.
Las actuales condiciones de vida, el ritmo acelerado, la falta de espacio en la vivienda y ante el paulatino debilitamiento de la familia como espacio de formación y el estancamiento de la escuela como instancia de socialización y conformación de la personalidad y los valores, los medios de comunicación empiezan a asumir un protagonsmo insospechado en la circulación de valores y modelos para la vida cotidiana.

Transitamos de la oralidad primaria, definida como aquella que no tiene ningún contacto con la escritura y ligada a las tradiciones orales, a la oralidad secundaria y mediatizada, entendida como la que es tranzada con la escritura y los nuevos recursos  de la cultura urbana y los medios de comunicación.
En la Universidad, el joven se ve enfrentado a asumir una postura no tano como estudiante, sino que también se ve enfrentado a nuevos retos, tanto como profesional, político y de relaciones interpersonales con sus congéneres, donde se da cuenta realmente que sus habilidades comunicativas se vieron afectadas desde el espacio primario y que necesita reconstruir una fase primaria de sus habilidades comunicativas.

Se entiende entonces, en algunos casos, que las personas fueron relegadas de la información de su propia identidad y desconocen gran parte de las tradiciones que lo definen como un ser único.
La exploración propia les obliga a dar una mirada y conocerse nuevamente, reconocerse a través de un leguaje que le venía siendo desconocido.
Las habilidades investigativas también se ven afectadas a tal punto q’ hoy se ve que en las mismas Universidades, basta solamente e copiar y pegar para hacer las labores que se deberían hacer (necesariamente) con la entrevista, el contacto con el otro , el dialogo.
Estamos a tiempo de darnos una mirada real, una mirada verdadera sobre nuestros propios espacios sobre nuestra propia manera de comunicarnos, recordando que la palabra hablada y articulada es la que nos permite conversar, discutir, discernir, concluir.

Estanislao Zuleta menciono:
“¿Qué hacer entonces cuando descubrimos la cantidad de versiones que existen sobre la vida? La opción es actuar en forma consecuente con lo que hemos dicho, es decir, ctuano comunicativamente ante cada situación cotidiana, diciendo tanto como se escucha, entendiendo que la nuestra no es la única opinión sobre como hacer la vida, entrando a conversar para concertar. En otras palabras, valorando la diversidad como riqueza”.